A tres años y medio de distancia, en tono de recriminación y despecho, la presidenta del PRI, Beatriz Paredes Rangel, terminó por aceptar públicamente que su partido fue pieza fundamental para la asunción de un ilegítimo a la Presidencia de la República en 2006, a quien ahora, no obstate, pretende ubicar como único culpable del actual desastre económico, social y político que priva en el país, y del que su partido es corresponsable.
Durante el sepelio del candidato tricolor al gobierno de Tamaulipas asesinado esta semana que concluye, y arropada por dirigentes, legisladores y gobernadores priístas, la también diputada federal pareció rechazar el llamado a la unidad y al diálogo lanzado por Felipe Calderón tras el artero crimen de Rodolfo Torre Cantú.
En dos párrafos de su intervención en Ciudad Victoria, Tamaulipas, sintetizó el mea culpa que pesa sobre el tricolor desde hace cuatro años. Ahí, dijo: “Nuevamente se nos pide civilidad, cuando fue la responsabilidad democrática del PRI la que dio vigencia al régimen, cuando nuestros legisladores hicieron el quórum para que (Calderón) rindiera protesta”.
Fue más allá. Recordó que su partido siempre ha estado dispuesto a dialogar, “pero con liderazgos legítimos y no fruto del oportunismo, que bregan en la borrasca de aguas tormentosas para ver si recomponen sus posicionamientos cuando ha sido precisamente la irresponsabilidad y el cortoplacismo, el querer ganar a cualquier costo, lo que ha enturbiado el debate y envilecido a la política”. Faltó agregar, y a la vida nacional.
El reconocimiento de esta realidad llega tarde y no excluye de responsabilidad al PRI. Ellos apoyaron al PAN para afectar los derechos de los trabajadores del Estado con la reforma a la Ley del ISSSTE. Apoyaron una reforma energética contraria al interés nacional. Ellos, que en el discurso se dicen defensores de los derechos laborales, se hicieron de la vista gorda tras el autoritario golpe en contra de la Compañía de Luz y el Sindicato Mexicano de Electricistas. Todo lo contrario cuando se trató de afectar el bolsillo de millones de mexicanos: aumentaron el IVA y ni chistaron cuando el gobierno federal incrementó el precio del gas, la gasolina, el diésel y otros insumos.
Por lo anterior y más, el PRI debe explicar a todos los mexicanos por qué ha sido comparsa de Felipe Calderón y del PAN, cuyas políticas han lesionado la vida de millones de mexicanos. También, qué han hecho sus gobernadores, especialmente los del norte del país, donde las cifras de muertos a consecuencia del narco y el crimen organizado aumentan exponencialmente. Y deben dar cuenta por la firma del dañino Tratado de Libre Comercio y las privatizaciones que sus gobiernos impusieron a México.
Por supuesto que apoyaron al PAN y su gobierno. Y éstos sólo terminaron por fortalecer al PRI, haciéndolo parecer la oposición que no es.
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