viernes, 31 de julio de 2009

Izquierda opositora, ya

México vive una de las peores crisis de su vida. No es sólo económica, sino general. En ella se enlazan la pérdida acelerada de empleos, de expectativas de vida, de nulo crecimiento económico. Pero también es una crisis ética y moral en las altas esferas sociales, acompañada de una violencia inusitada, absurda, indeseable. Y de otra crisis, la política, derivada de la imposición de un gobierno espurio tras la elección de 2006.

Por eso, los ciudadanos reprobaron al gobierno panista y a Felipe Calderón, empeñados en políticas públicas que empobrecen más a los más pobres. De ahí el hartazgo hacia un proyecto conservador, neoliberal, de derecha. Pero también la exigencia de un rumbo distinto para la nación.

No obstante, la elección de julio pasado también mostró la incapacidad de la izquierda para enviar un mensaje claro a la sociedad. Sin asumir su papel natural, no pudo capitalizar la tragedia económica y política del régimen. Tenía que aglutinar el descontento social, capitalizar la debacle del gobierno impuesto. Pero eso no sucedió.

Fue un grave error romper la alianza que significó el FAP entre PRD, PT y Convergencia, y descuidar el perfil y el grado de compromiso social de los aspirantes a los puestos de elección.

Pero el mayor error viene de más lejos: es el desencuentro de la actual dirección formal del PRD con el movimiento social y masivo que se generó en torno de Andrés Manuel López Obrador desde las luchas contra el desafuero, por la Presidencia y contra el fraude electoral. Mientras se alejaba de su mayor base social, esa dirección formal buscaba el acercamiento con Calderón.
Con ello, en vez de mostrar la imagen de oposición firme frente a un régimen usurpador, optó por el acercamiento. Prefirió el silencio, la mediatización de las posiciones propias, la negociación como fin en sí mismo. Una política cortesana en torno de un Ejecutivo impuesto. ¿Cómo no esperar inconformidad y frustración de las bases partidistas? Millones de electores del PRD reprobaron la falta de firmeza frente a un gobierno que tanto ha dañado a la sociedad mexicana.
La gente necesitaba el mensaje contrario. Si hay un gobierno que perjudica a la gente, lo menos recomendable es aparecer como su aliado. ¿Qué podría pensar el ciudadano que apostó por el proyecto de izquierda en 2006, que fue humillado por el fraude y la imposición de Calderón, que después resultó agraviado con políticas económicas y sociales empobrecedoras, al ver a personajes del perredismo sentados a la mesa con Margarita Zavala o el propio Calderón?
Por eso el PRD tuvo los peores resultados electorales desde 1991. Pero hay bases para la reconstrucción. Sumando los votos de PRD, PT y Convergencia en 2009 se logra casi la votación que tuvo el PRD en 2003, desde la cual se partió para el gran salto de 2006. Además, se cuenta con un movimiento popular en todo el país, que tiene una estructura en todos los municipios, con identidad y disposición para la lucha.
Hoy el movimiento que encabeza López Obrador es el referente nacional distinto. Es la oposición política real, la única capaz de convocatoria social, que enfrenta a la minoría que se beneficia de la riqueza nacional, que realiza movilizaciones nacionales sobre temas como la privatización del petróleo, la crisis o el rechazo al IVA en medicinas y alimentos, que denuncia el papel de Enrique Peña Nieto como punta de lanza de la continuidad del proyecto neoliberal.
Relanzar el proyecto de izquierda supone oposición firme, marcar distancia de Calderón y su gobierno, reconstruir alianzas políticas con PT y Convergencia, y el reencuentro entre el partido y el movimiento lopezobradorista. También, retomar el trabajo de base, acercarse a la gente, encabezar sus demandas y hacer propia su lucha.
En vez de acercamiento con Calderón lo que debe haber es una política de oposición. En vez de concertaciones dogmáticas hay que diferenciar el proyecto de la derecha y el de izquierda. No se trata de consensuar, sino de diferenciar. De dejar claro que hay proyecto de derecha (PAN, PRI) y el de la izquierda. La nueva línea política tiene que poner en el centro los problemas de la gente, sus necesidades y carencias. Reencontrar las demandas de los más pobres, lo que queda de clases medias, jóvenes, pequeños y medianos empresarios que producen para el mercado interno del país, con intelectuales y generadores de cultura.
En el debate interno la disyuntiva real es: retomar la línea política que nos permitió 35% de los votos (15 millones) en 2006, o seguir la línea que llevó al PRD a 12% y sólo 4 millones de votos.
Lee este artículo en El Universal

El gobierno federal no apoya a todos los pobres

Hace días, el INEGI y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) federal publicaron cifras sobre la pobreza y desigualdad en México. Los datos son escalofriantes. Revelan que 20% de la población es ahora 8% más pobre que en 2006, y 6 millones que no estaban en la lista de pobreza pasaron a engrosarla.

De inmediato surgieron diversos comentarios, algunos muy preocupantes. Por ejemplo, el secretario de Desarrollo Social federal dijo que se revisarían algunos programas, que se ajustarían otros, e incluso que podrían desaparecer los que no funcionaban. Es decir, que lo poquito que recibe la gente del gobierno federal podría retirárseles. En efecto, los programas sociales federales deben ser revisados porque no apoyan a todos los pobres. Sus líneas de medición y las políticas focalizadas (para unos cuantos) excluyen a más de la mitad de los pobres del país. Así, no es de extrañar que personas hasta hace poco no consideras pobres ahora lo sean.

De acuerdo con Sedesol-Coneval federal, la línea de pobreza más baja es la que llaman “alimentaria”. En ella están todos los hogares urbanos con un ingreso per cápita menor a 949 pesos mensuales. Le sigue la pobreza de “capacidades”, que implica un ingreso individual de mil 164 pesos mensuales; y la línea de pobreza “patrimonial” (la califican como pobreza moderada), con un ingreso de mil 904 pesos por persona. Estas líneas de pobreza son tan bajas que millones de mexicanos no están considerados en las mismas.

En otras palabras, para el gobierno federal no es pobre una persona con un ingreso mensual de dos mil pesos. Tampoco lo es aquel hogar con cuatro personas cuyos ingresos suman 7 mil 620 pesos. Ellos serían una “familia de clase media”.

Las líneas de pobreza federal tienen un concepto muy bajo de la dignidad humana. Para quienes las elaboran, ganar 2 mil pesos mensuales es suficiente para una vida digna y satisfacer las necesidades básicas. Además, el ingreso per cápita de que hablamos no sólo incluye lo monetario sino también lo obtenido en especie.

El problema es que estas mediciones sirven para ubicar al ciudadano en los diferentes programas sociales. Así, la familia que suma los 8 mil pesos, automáticamente queda fuera de los apoyos alimentarios.

En conclusión, estas líneas de pobreza son utilizadas para excluir a millones de pobres de los programas sociales. No nos extrañemos, entonces, que el proceso de empobrecimiento provocado por la política económica deje sin protección social a más de la mitad de los mexicanos que ya se encuentran en algún grado de pobreza.

También puedes leer este texto en El Universal Gráfico

viernes, 24 de julio de 2009

Calderón, reprobado*

¿Cuántos pobres más aguanta este país antes de que cambie la política económica? Los resultados de la elección intermedia de este mes, junto con los indicadores socioeconómicos que el INEGI y el Coneval dieron a conocer —estratégicamente después de la debacle electoral del PAN, y en consecuencia del gobierno federal— son la muestra más clara de que los mexicanos reprobaron ya a quienes mantienen un modelo económico que sólo ha producido más pobres los últimos 30 años.

¿Bastará con que 50.5 millones y medio de mexicanos no tengan acceso a la alimentación, salud, transporte o educación? ¿Será suficiente que 20 millones no tengan ni para comer? ¿Hasta dónde estirar la liga? Porque de 2006 a 2008 cinco millones más de compatriotas viven, elegantemente, en “pobreza alimentaria”, o sea, son muy pobres.

No está de más recordar que 70% de quienes votaron el pasado 5 de julio rechazaron la dualidad panista propuesta: apoyar la actual política económica y la guerra contra el crimen organizado. Es significativo que aún con los instrumentos del poder, con el control de los medios de comunicación, con el uso abusivo de la fuerza pública, con el dispendio discrecional de los recursos públicos, el PAN no haya logrado sus objetivos político-electorales. Por el contrario, el resultado demostró que este gobierno es repudiado por la sociedad mexicana.

Difícilmente podría ser de otro modo cuando se empeña en mantener un modelo económico que, como señalamos, empobrece a las mayorías, y una política social selectiva que no es pareja, que premia o castiga, a conveniencia de quien entrega los recursos, y que por lo mismo no es para todos los que necesitan ese apoyo.

Aún cuando las actuales cifras oficiales de pobreza son devastadoras, aterradoras, ofensivas, los supuestos responsables de combatirla se molestan si alguien alude al tema. En lugar de hacer su tarea utilizan “el correo político” de las columnas publicadas en los diarios para dejar “constancia de su enojo”. Como si eso sirviera de algo o resolviera el problema de la pobreza lacerante.

Si en el gobierno federal nadie “lee” la reprobación a Calderón, si mantiene políticas sociales que no son para todos, este será de los peores sexenios de los últimos tiempos. Urge cambiar la política económica porque hasta ahora sólo ha sido la mayor fábrica de pobres. ¿Hasta cuándo podremos aguantar como país?
*Te invito a leer mi columna Objeciones de la Memoria en El universal Gráfico todos los viernes.
Puedes leer este artículo en El Universal Gráfico dando clik aquí

jueves, 23 de julio de 2009

¿Dónde quedó el partido?


Durante el festejo del triunfo del pueblo en Iztapalapa




Saludando a Andrés Manuel López Obrador, Presidente Legítimo de México




Con Jaime Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo





Escuchando el mensaje de AMLO


Clara revierte su desafuero

Están muy enojados. Insultan, agreden y lloran. No lo pueden creer. Pensaban que el atraco, el despojo ordenado por Felipe Calderón al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no tendría respuesta viable alguna. Creían que era perfecto, a menos de un mes de la elección, sin posibilidad de los partidos para cambiar de candidato en esta etapa, con un fallo inatacable desde el punto de vista judicial. Pero sí hubo respuesta, y fue contundente. Los perredistas eligieron a Clara Brugada su candidata y sí la pueden llevar a gobernar Iztapalapa. La imaginación política de la gente ha podido más que la imposición desde el poder.

Con cinismo descarado, el tribunal calderonista pretende decirle al PRD quiénes deben ser sus candidatos. Ya no se trata sólo de anular una elección al antojo del tribunal. Es el tribunal el que designa en su resolución la candidatura del PRD en Iztapalapa. Para ello anula casillas que ni siquiera fueron impugnadas, atrae hacia la Sala Superior sólo el caso Iztapalapa y ninguno más, decide qué funcionarios de casilla son perredistas y cuáles no, y anula tantas casillas como fueran necesarias hasta comerse más de 5 mil votos y revertir un resultado dado de manera libre por la gente.


No es un asunto jurídico. Es un asunto político. Utilizando a su tribunal, el gobierno de Felipe Calderón pretende decidir quién dirige al PRD, quién se candidatea por el PRD y quién representa la voz del PRD. Pero los perredistas verdaderos, los que han luchado por transformar a esta ciudad y a este país encontraron la forma de revertir el golpe. Votando por otro partido buscarán que se respete su voluntad: llevar a Clara Brugada al gobierno de Iztapalapa.


Así es la paradoja de nuestros días. El calderonismo quiere utilizar algunos espacios del PRD para ensanchar sus fuerzas. El perredismo, por su parte, busca otros colores, en este caso el Partido del Trabajo, para mantener sus espacios. Más allá de lo que cada uno quiera, lo cierto es que serán muchos miles los perredistas que acudan a las urnas a tachar el logotipo del PT en Iztapalapa. Por eso no lo pueden creer, los voceros de Calderón, los amanuenses de Salinas, los senadores del PAN, todos ellos están muy enojados. Pensaban que el golpe no tendría respuesta, y creían que la gente se quedaría cruzada de brazos eternamente

Fracasó la línea de la claudicación

Así nos opusimos a la línea de la claudicación en el X Congreso Nacional del PRD



Bienvenidos

Soy Martí Batres Guadarrama. Convencido de que México necesita una transformación que beneficie a la gente, desde muy joven me involucré en la política de izquierda.

En los años 80 fui miembro fundador del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Posteriormente inicié mi militancia en el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Me he desempeñado como presidente de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y del PRD-DF. En la gestión del Lic. Andrés Manuel López Obrador al frente del Gobierno del Distrito Federal fui subsecretario de Gobierno.

Fui diputado federal y coordinador parlamentario del PRD en la LVII legislatura.

De 2006 a septiembre de 2011 me desempeñé como secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Distrito Federal.

Bienvenidos a este espacio creado para compartir reflexiones sobre la actualidad de México, los invito a participar.

Gobierno Legítimo de México

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