martes, 23 de noviembre de 2010

Ciudades del Mundo y Democracia Participativa

En estos días, diversos eventos internacionales ocurren en el DF. Cientos de alcaldes del mundo, especialistas de organizaciones civiles y de instituciones educativas nos visitan. Participan en la Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales, en el marco del Tercer Congreso de Gobiernos Locales y Ciudades Unidas. El fin de semana se realiza, además, la Cumbre de Alcaldes sobre Cambio Climático.

Como actividad paralela, el 17 del mes inauguramos la X Conferencia del Observatorio Internacional de la Democracia Participativa. Este año, su presidencia la tiene la ciudad de México.

Al respecto, destacamos dos puntos: en la inauguración del Tercer Congreso de Gobiernos Locales, el director ejecutivo de la ONU-Hábitat, Joan Clos, pronunció un discurso formidable con grandes líneas de orientación donde, entre otras cosas, señaló que los países desarrollados no tienen derecho a decirle a las ciudades menos favorecidas que no se desarrollen porque contaminan. Éstas tienen todo el derecho al desarrollo, dijo, con los instrumentos de políticas sustentables y ecológicas recientes.

El 17 de este mes, también, inauguramos la X Conferencia del Observatorio Internacional, organización con más de 400 entes (instituciones, asociaciones y representantes de diferentes gobiernos del orbe) que impulsan prácticas participativas, formas de organización comunitaria y mecanismos de democracia directa. Su sede está en Barcelona, España, ciudad progresista, gobernada por las izquierdas desde hace 30 años. Desde ahí, el Concejal del Ayuntamiento, Ramón Nicolau, juega un papel fundamental.

A esta reunión acudieron personalidades como Eduardo Tadeo, alcalde de Várzae Paulista, Brasil; Darwin Pantoja, representante de la Red de Procesos Participativos de Ecuador; Delphine Bouffenie, alcalde de Nantes, Francia; Catherine Peyge, alcalde de Bobigny, Francia; Magali Giovannageli, alcalde de Aubagne, Francia; José Fortunatti, alcalde de Porto Alegre, Brasil, y personalidades de ciudades como Colombia, Gran Bretaña, Italia, Bolivia, Camerún, España, Senegal, Uruguay, Brasil y Francia.

En el evento escuchamos planteamientos sobre la necesidad de llevar la democracia participativa al plano de la política y de la economía. Conocimos con mayor precisión experiencias como las llamadas Huertas Colectivas, los Bancos Comunitarios y el uso de monedas locales en países como Argentina y Brasil. También, la experiencia de Medellín, Colombia, donde construyeron el Metrocable, en los barrios más pobres, donde el narco exacerbaba la conflictividad social. Por nuestra parte, constatamos la buena acogida que ha tenido el Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial, que podría ser replicado en otras latitudes. Nosotros creemos que la democracia participativa es mejor que la formal porque obliga al gobierno a tomar buenas decisiones. Es mejor la decisión sometida a consulta que la que toma un gobernante en soledad. La democracia “a secas” está divorciada del bienestar social porque no permite elevar el nivel de vida. Es una democracia limitada al día de las elecciones y sometida, con cierta frecuencia, al poder del dinero. Por eso, aquélla, es mejor y más completa.

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Cuarto Informe de Trabajo

Informar, hacer un corte de caja, no sólo es una responsabilidad. Es una forma de compartir y de proponer. Por ello, el pasado día 7 presenté el cuarto informe de trabajo de la Secretaría de Desarrollo Social.

Hoy lo que brota por todos los poros de México es el problema social en sus vertientes de pobreza, desigualdad y fractura del tejido social. Por ello, en el GDF el programa más importante es el social. Así, se ha frenado el empobrecimiento, la deserción escolar, el deterioro del espacio público y la pauperización del adulto mayor.

A futuro, planteamos a los órganos del gobierno local 10 propuestas: instituir el Banco de la Ciudad; un programa de empresas sociales juveniles; un masivo programa de empleo temporal para jóvenes; hacer del Seguro del Desempleo un programa que dé trabajo; masificar la política de cooperativas; instalar una Fábrica de Artes y Oficios y una Casa Taller para la Vida en cada delegación; darle presupuesto participativo, tipo mejoramiento barrial, a mil 800 colonias; programas sociales para niños menores de cinco años.

Agradezco la presencia en dicho informe a: los senadores Rosario Ibarra y Salomón Jara; el embajador de Bolivia, Jorge Mansilla; el presidente de la Junta de Asistencia Privada, Rogerio Casas; los directores de la Facultad de Arquitectura y de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, Jorge Tamez y Graciela Casas, respectivamente; los intelectuales Paco Ignacio Taibo II, Paloma Sáenz, Alejandro Bichir, Raúl Toledo, Alfredo Jaliffe; los delegados Clara Brugada, Manuel González y Rubén Escamilla, de Iztapalapa, Xochimilco y Tláhuac, en ese orden; los diputados locales Erasto Ensástiga, Víctor Varela, Arturo López Cándido, Estela Aguirre, Velentina Batres; Beatriz Rojas, David Razú, Alejandro Sánchez Camacho, José Luis Muñoz, Aleida Alavez, Abril Trujillo, Héctor Guijosa, José Benavides, Lourdes Amaya. Los diputados federales Ramón Jiménez López y Samuel Herrera.

Los funcionarios del GDF: Benito Mirón, Jesús Valdés, Malú Micher, Gerardo Villanueva, Javier Hidalgo, Humberto Rello, Jorge Arganis, Jorge Bustillos. El alcalde de Amacuzac, Morelos, Alfonso Miranda. Los dirigentes políticos: Manuel Oropeza, David Cervantes; Roberto Rico, Cecilia Olivos, Súper Barrio, Édgar Sánchez, Francisco Saucedo, Francisco Chiguil. Los secretarios del gobierno legítimo: Assa Cristina Laurel y José Agustín Ortiz Pinchetti.

Personalidades como: Pedro Arellano y Édgar Cortez. Organizaciones como: Convergencia de Organismos Civiles; Instituto Mexicano de Derechos Humanos; Centro de Apoyo a la Mujer Margarita Magón; Equipo Pueblo, Vereda Themis, Arte y Cultura para Todos, Nacional Monte de Piedad, Club de Leones, Museo León Trosky, Fundación Telmex, Monte Pío Luz Saviñón, Cemefi, Mojiganga, etcétera. Los luchadores Súper Ratón y Súper Muñeco. Y muchos muchos más.

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Una Constitución para la Ciudad de México

El Distrito Federal es la sede de los Poderes federales. Hasta 1928 tuvo municipios y en su lugar se crearon delegaciones políticas (las que hoy conocemos vienen de 1970). Tiene un Tribunal Superior de Justicia equiparado a todos los Poderes Judiciales locales. Cuenta con un cuasi Congreso encarnado en la Asamblea Legislativa. Se asienta físicamente en vasto espacio territorial donde viven casi nueve millones de personas. Sin embargo no es considerado un estado de la República.


Esta ciudad es un espacio impresionante de convivencia social, de pujanza económica y transformación cultural. Es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. Está abierta al país y al mundo. Es, y ha sido, un hervidero de transformaciones políticas y sociales.

Jurídicamente, no obstante, sus habitantes siguen siendo excluidos y tratados como menores de edad.

Tal aberración ocurre porque, históricamente, las autoridades del Distrito Federal tienen poderes delegados por el resto de las entidades federativas. Es decir, supuestamente esta entidad carece de poderes originarios, aunque la realidad muestre otra cosa.

El que el Distrito Federal no sea considerado un estado es un gran problema para sus autoridades y habitantes.

Cambios los ha habido y muchos, aunque es necesario avanzar aún más. En 1988 surge la Asamblea de Representantes con facultades limitadas (emite bandos y ordenanzas). En 1994 evoluciona y tres años más tarde se vuelve Asamblea Legislativa con facultades para legislar en materias civil, penal y electoral, entre otras. Luego los capitalinos pudimos elegir a un jefe de gobierno y a los delegados. Pero hasta ahí. Aún nos excluyen de los fondos sociales federales por no ser un estado.

Este es el esquema actual. Un híbrido, una transición inacabada. Por eso hay que convertir al DF en un estado-capital. En una ciudad estado, como ocurre en la República Federal Alemana, cuya capital, Berlín, es al mismo tiempo un estado.

Nos falta una Constitución de la ciudad de México que supla al Estatuto de Gobierno, elaborado y aprobado por diputados y senadores federales. Ello implica que la ALDF convoque a un constituyente de donde surjan los diputados al constituyente de la ciudad de México.

¿Por qué no dar ese paso y aprobar nuestra Constitución? ¿Por qué no pelearlo frente a la Federación? Esa sería una transformación política muy importante que daría más derechos a los habitantes de nuestra ciudad. Una nueva dignidad y no un tratamiento jurídico de segunda, sino de plena y verdadera entidad federativa.

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Urge un Cambio Verdadero

Lo más reciente ocurrido en el país, apenas en una cuantas horas, confirma la ineficacia del gobierno federal frente a aspectos de la mayor importancia para la vida nacional.

Transparencia Internacional informa que, a nivel internacional, México es visto como un país corrupto, con menor desarrollo económico y escasa prosperidad “los últimos diez años”; pesquisas del FBI evidencian la corrupción en la Comisión Federal de Electricidad, tema oculto por algunos medios de comunicación.

Por las noticias también nos enteramos del raquítico crecimiento económico —0.8% en promedio de 2007 a la fecha— equiparable al peor desempeño desde la época de Miguel de la Madrid (el del sexenio perdido). En fin, el fracaso del gobierno federal es rotundo.

Urge un cambio verdadero en el país, y este sólo puede provenir de las fuerzas de izquierda. La otra supuesta opción —el PRI agazapado que se presenta como alternativa— no lo es, pues forma parte de la misma derecha que arrastra al país al fracaso.

Por eso es conveniente la construcción de una izquierda independiente, que profundice el proyecto político y social aplicado en el Distrito Federal, donde la preocupación fundamental es el ciudadano y sus necesidades.

Estas políticas públicas, aplicadas de 1998 a la fecha, han logrado establecer una diferenciación con respecto de las que imponen autoridades, aparentemente con orientaciones distintas aunque en realidad son una y la misma cosa: una derecha enmascarada.

Origen es destino. Los gobiernos de izquierda que han administrado el Distrito Federal son resultado de largas luchas por la democracia que por años mantuvieron secuestrada los gobiernos priístas, privando a los capitalinos de sus derechos. Esa es una definición programática que hay que replicar en otros estados para alcanzar reales transformaciones sociales, más profundas.

El cambio verdadero debe provenir y ser alentado por las fuerzas progresistas de la izquierda. Desplazar a los gobiernos de derecha —sean del PAN o PRI—, a las oligarquías concentradoras que sólo buscan el provecho personal, y a los poderes fácticos, proclives a que nada cambie ni afecte sus intereses, esa es la tarea. Por eso es tan importante la definición programática de izquierda, aspecto determinante para establecer la diferenciación con otras ofertas políticas.

Porque de lo que se trata es de ofrecer algo mejor, distinto a lo mal que lo han hecho; antes el PRI, y ahora el PAN.
 
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El verdadero peligro

Recientemente, Felipe Calderón atizó el fuego de la polarización al reiterar que Andrés Manuel López Obrador era y es nuevamente un peligro para México.

Al respecto, vale la pena preguntar varias cosas. Primero, ¿quién tensó y polarizó a la sociedad el sexenio pasado? Segundo, ¿quién es el verdadero peligro para México? Tercero, de no haber ocurrido el fraude en 2006, ¿qué hubiera pasado en el país estos cuatro años?

Recordemos. En 2004 vino la conspiración: Vicente Fox, Marta Sahagún, Diego Fernández de Cevallos, Carlos Salinas y otros, lanzaron los videos para generar zozobra, confrontación y linchamiento. Fue una campaña mediática fascista en contra del entonces jefe de gobierno del DF. Después fue el desafuero, el intento por despojar al Distrito Federal de 9 mil millones de pesos del presupuesto, las intervenciones telefónicas y, en plenas elecciones constitucionales, la campaña negra contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos. Conclusión: la polarización, la confrontación, el encono fueron provocados y atizados por Felipe Calderón y las fuerzas políticas que lo apoyaron.

Luego de largos y eternos años de esta administración federal, quedó demostrado que Felipe Calderón es un peligro para los estudiantes del Tec de Monterrey. Calderón es un peligro para los jóvenes de Ciudad Juárez. Lo es para las familias que viajan con hijos por las carreteras nacionales. Es un peligro para las indígenas veracruzanas, para los empresarios de Nuevo León que huyen a Estados Unidos para sentirse seguros. También para los migrantes sudamericanos que mueren en nuestro territorio. Es un peligro para el empleo que, dijo, sería su primer propósito. Es un peligro para mineros, electricistas. En fin, él, Calderón, sí es un peligro. No especulamos de lo que podría ser, sino de lo que ha sido.

¿Qué habría pasado sin fraude electoral en 2006? Gobernaría López Obrador. No habría lanzado al país a una guerra torpe, sin estrategia, contra el crimen organizado. Aplicaría el programa de gobierno ofrecido: un tren bala del DF a Estados Unidos; habría construido tres refinerías para no importar gasolinas; al menos una universidad en cada estado. Todos los adultos mayores recibirían una pensión y los bachilleres su beca. Esto se habría financiado con austeridad, reduciendo los onerosos salarios y prestaciones de funcionarios de los tres niveles de gobierno. Habría garantizado el pago de impuestos de los poderosos oligarcas, sin necesidad de aumentarlos o crear otros nuevos.

En conclusión, habría condiciones para disminuir la grave tensión del país, aumentar los márgenes de bienestar social, distribuir mejor el ingreso y contener los privilegios de los grupos políticos y económicos. En efecto, aunque le duela a muchos que apostaron por la derecha en 2006, sí estaríamos mejor con López Obrador. Y no tendríamos a la maestra como jefa real de la SEP.

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Regresen el FAIS al DF

Como es de su conocimiento, en las últimas tres décadas el gobierno federal le ha reducido al DF los recursos federales participables y lo ha excluido de otros fondos federales a los que también tienen derecho los capitalinos.


En 1990 fue modificado el criterio de contribución en materia de impuestos a la Federación. Se escogió el factor poblacional como determinante de casi la mitad de las asignaciones (Ramo 28). Con ello, el DF fue duramente afectado dada su estabilidad demográfica y se benefició a otras entidades. Así, las participaciones al DF se redujeron de 20.9% en 1990, a 12.4% a pesos de 2010.

Desde 1998 se le negó el acceso al Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS) con el argumento de que esta capital no es un estado. La Ley de Coordinación Fiscal dice que estos recursos son para financiar obras, acciones sociales básicas e inversiones que beneficien directamente a sectores y personas en rezago social y pobreza.

Según la fórmula de distribución del FAIS, al DF le correspondería 1.75% de los recursos de este fondo. Es decir, de 1998 a 2010 nuestra ciudad ha dejado de recibir 7 mil 60.3 millones a precios de este año. Si le regresan los dineros del FAIS en 2011, le corresponderían 809 millones de pesos; 12.12% corresponderían al gobierno central, y 87.88% a los gobiernos delegacionales.

Señor presidente de la Honorable Cámara de Diputados: es el momento de resarcir al Distrito Federal y de dejar atrás el trato fiscal inequitativo al que se ha visto sometido. Es momento de sentar las bases para que a las y los ciudadanos del Distrito Federal se les dé un trato justo, respetuoso y considerado, por ser los principales contribuyentes del país y por mostrar siempre su solidaridad y compromiso con el resto de la nación.

De manera especial, reitero la solicitud para que le reintegren al DF los recursos del Fondo de Aportaciones a la Infraestructura Social, mismos a los que tuvo acceso en la aprobación del paquete económico federal en diciembre de 1997, y del que fue separado en diciembre de 1998.

Dichos recursos fortalecerían la capacidad de las delegaciones para responder a las necesidades de las comunidades más pobres, como obras hidráulicas, caminos, parques infantiles, módulos deportivos, espacios públicos, centros comunitarios, casas para adultos mayores, centros infantiles, casas
de lectura, en fin, todo lo que signifique infraestructura social.

* Resumen del texto que quien escribe entregó al diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, presidente de la Cámara de Diputados, el pasado 6 de octubre
 
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Bienvenidos

Soy Martí Batres Guadarrama. Convencido de que México necesita una transformación que beneficie a la gente, desde muy joven me involucré en la política de izquierda.

En los años 80 fui miembro fundador del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Posteriormente inicié mi militancia en el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Me he desempeñado como presidente de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y del PRD-DF. En la gestión del Lic. Andrés Manuel López Obrador al frente del Gobierno del Distrito Federal fui subsecretario de Gobierno.

Fui diputado federal y coordinador parlamentario del PRD en la LVII legislatura.

De 2006 a septiembre de 2011 me desempeñé como secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Distrito Federal.

Bienvenidos a este espacio creado para compartir reflexiones sobre la actualidad de México, los invito a participar.

Gobierno Legítimo de México

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