La crisis genera presiones de todo tipo, especialmente desempleo y carestía de alimentos. Los ingresos federales disminuyen rápidamente y achican las participaciones para los estados. Algunos han perdido hasta 20% de las mismas. Tal carencia es utilizada por los neoliberales de siempre para afirmar que no queda más ruta que recortar el gasto social y trasladar el costo de la crisis al ciudadano, vía menor calidad de vida y elevación de impuestos.
Si se permite que gane el realismo neoliberal no habrá lugar para demostrar que es viable un proyecto distinto para salir adelante. No hacerlo sería aceptar que los equivocados tienen razón. Que la suya es la única respuesta a la crisis.
Aquí es donde entra la inteligencia y la capacidad política de quienes promueven rumbos más exitosos, respetando los derechos sociales de la gente, sin recargar en ellos la carencia de recursos.
El problema es que la élite político-económica no está dispuesta a sacrificar nada. Ni en su forma de vida ni en imponer sus intereses particulares, especialmente los materiales. Estamos en el huracán de la crisis pero los banqueros siguen cobrando enormes recursos del Estado, “no hay dinero” para satisfacer necesidades populares pero en el Poder Judicial de la Federación se mantienen los más altos privilegios para los servidores públicos en todo el país.
Todo mundo aduce falta de recursos pero pocos reconocen el despilfarro de los últimos nueve años. De hecho gran parte de la crisis se debe a la ineptitud de gobiernos panistas. Los millonarios excedentes petroleros, las remesas de connacionales (20 mil millones de dólares por año) fueron desperdiciados y tirados a la basura. No creció el gasto de capital, sí el gasto corriente; no se construyeron refinerías; no se invirtió en el campo, no se fomentó la política industrial, no se impulsó el crecimiento económico. En suma, miles de millones de dólares no llegaron a los bolsillos de los mexicanos, excepto los de unos cuantos.
Bolivia crecerá este año 2.5%; Cuba, 1%; Venezuela, 0.7%, pero México decrecerá ¡en menos 7%! No se le puede echar la culpa de todo a la “crisis que viene del exterior”. Las preguntas son: ¿Qué sacrificar para salir adelante? ¿Quién va a pagar los costos de esta crisis?
Para que no sean los mismos de siempre hay que alentar un proyecto distinto. No le carguemos al pueblo la ausencia de recursos públicos. No le traslademos las fallas de conducción en el país con alzas en luz, gas y otros servicios. No le quitemos a la gente los programas sociales. No le recarguemos más costos. Cuidemos lo que tiene y no le quitemos más.
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