En estos días, diversos eventos internacionales ocurren en el DF. Cientos de alcaldes del mundo, especialistas de organizaciones civiles y de instituciones educativas nos visitan. Participan en la Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales, en el marco del Tercer Congreso de Gobiernos Locales y Ciudades Unidas. El fin de semana se realiza, además, la Cumbre de Alcaldes sobre Cambio Climático.
Como actividad paralela, el 17 del mes inauguramos la X Conferencia del Observatorio Internacional de la Democracia Participativa. Este año, su presidencia la tiene la ciudad de México.
Al respecto, destacamos dos puntos: en la inauguración del Tercer Congreso de Gobiernos Locales, el director ejecutivo de la ONU-Hábitat, Joan Clos, pronunció un discurso formidable con grandes líneas de orientación donde, entre otras cosas, señaló que los países desarrollados no tienen derecho a decirle a las ciudades menos favorecidas que no se desarrollen porque contaminan. Éstas tienen todo el derecho al desarrollo, dijo, con los instrumentos de políticas sustentables y ecológicas recientes.
El 17 de este mes, también, inauguramos la X Conferencia del Observatorio Internacional, organización con más de 400 entes (instituciones, asociaciones y representantes de diferentes gobiernos del orbe) que impulsan prácticas participativas, formas de organización comunitaria y mecanismos de democracia directa. Su sede está en Barcelona, España, ciudad progresista, gobernada por las izquierdas desde hace 30 años. Desde ahí, el Concejal del Ayuntamiento, Ramón Nicolau, juega un papel fundamental.
A esta reunión acudieron personalidades como Eduardo Tadeo, alcalde de Várzae Paulista, Brasil; Darwin Pantoja, representante de la Red de Procesos Participativos de Ecuador; Delphine Bouffenie, alcalde de Nantes, Francia; Catherine Peyge, alcalde de Bobigny, Francia; Magali Giovannageli, alcalde de Aubagne, Francia; José Fortunatti, alcalde de Porto Alegre, Brasil, y personalidades de ciudades como Colombia, Gran Bretaña, Italia, Bolivia, Camerún, España, Senegal, Uruguay, Brasil y Francia.
En el evento escuchamos planteamientos sobre la necesidad de llevar la democracia participativa al plano de la política y de la economía. Conocimos con mayor precisión experiencias como las llamadas Huertas Colectivas, los Bancos Comunitarios y el uso de monedas locales en países como Argentina y Brasil. También, la experiencia de Medellín, Colombia, donde construyeron el Metrocable, en los barrios más pobres, donde el narco exacerbaba la conflictividad social. Por nuestra parte, constatamos la buena acogida que ha tenido el Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial, que podría ser replicado en otras latitudes. Nosotros creemos que la democracia participativa es mejor que la formal porque obliga al gobierno a tomar buenas decisiones. Es mejor la decisión sometida a consulta que la que toma un gobernante en soledad. La democracia “a secas” está divorciada del bienestar social porque no permite elevar el nivel de vida. Es una democracia limitada al día de las elecciones y sometida, con cierta frecuencia, al poder del dinero. Por eso, aquélla, es mejor y más completa.
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