El cinco de mayo celebramos la victoria del Ejército mexicano, en 1862, sobre los invasores franceses en la batalla de Puebla. La fecha fue escogida por muchos luchadores sociales, intelectuales y militantes para fundar un partido dispuesto a dar la pelea por la soberanía de la patria, las mejores causas sociales y las libertades democráticas.
El PRD nació protestando contra el fraude electoral que llevó a Carlos Salinas a la Presidencia de la República. Ese sexenio enfrentó una persecución que cobró la vida de más de 600 perredistas.
No obstante, el PRD no se rindió. Continuó luchando. Se volvió el factor más importante en la transformación política del país y cuestionó a fondo el proyecto neoliberal. Así, abrió espacio y conquistó sus primeras responsabilidades de gobierno.
Luchando, enfrentando adversidades, defendiendo a la gente y reivindicando su propio proyecto, el PRD encabezó la gesta del 2006. Derrotó un desafuero, ganó la elección presidencial (que le fue arrebatada) y resistió una imposición.
A 21 años de su fundación, sin embargo, el partido está en el momento más difícil de su historia. De estar a un paso de las puertas del Palacio Nacional, regresó a los niveles de votación de 1991. Esa debilidad electoral se ha tratado de solventar mediante alianzas con la misma derecha que le robó la Presidencia de la República, lo cual sólo agudiza la crisis del perredismo.
La merma en la preferencia electoral se debe a factores como la disolución acelerada de la identidad ideológica, el abismo abierto entre la actual dirigencia y las bases, el abandono de las grandes causas y la ausencia en las luchas sociales actuales.
Al partido y sus diferentes ámbitos se han colado los viejos conceptos del neoliberalismo, presentándose como “innovaciones”. En los órganos legislativos no se advierte la posición política del PRD, se pierde en medio de negociaciones o de plano cae presa de intereses que presionan desde afuera. La voluntad de combate se ha perdido y la iniciativa política de la actual dirección excluyó por completo la movilización y la convocatoria a la población.
Pero no todo está perdido. En el PRD hay una vigorosa militancia que encabeza luchas, defiende intereses populares, busca transformaciones profundas, impulsa iniciativas, convoca a la sociedad. Esa militancia es la que da las batallas, la que conquista triunfos electorales y la que sigue haciendo al partido, aún en las difíciles condiciones expuestas. Es esta militancia de base, en todo caso, la única que sacará adelante al partido rumbo al 2012.
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