En las calles de la ciudad de México viven alrededor de 3 mil personas. Ahí realizan sus actividades cotidianas. Recogen cartón, latas apachurradas. Limpian parabrisas y hacen de tragafuegos, entre muchas otras. Por la noche duermen en algún lugar de la ciudad, bien sean mercados públicos, los bajopuentes, a la entrada de edificios o junto a respiraderos del Metro.
Suman aproximadamente 3 mil personas. Son los pobres entre los pobres. Carecen de todo. Están excluidos, fuera de las instituciones. No tienen empleo ni familia.
No obstante, la población que vive en las calles del DF —fenómeno que se repite en otras entidades de la República— tiene derechos. Es obligación del Estado y de la sociedad incorporarla a la vida cotidiana con igualdad de oportunidades. Para ello se tienen que combinar diversas políticas públicas y atender el conjunto de sus necesidades para que accedan a la alimentación, a la salud; a un techo donde guarecerse y pernoctar. En suma, para reincorporarlos a la sociedad.
En ese sentido el gobierno del Distrito Federal, a través del Instituto de Asistencia e Integración Social de la Secretaría de Desarrollo Social, ha implementado diversos programas. Por ejemplo, políticas de puertas abiertas en albergues adonde pueden acudir a pasar la noche si no tienen un techo y una cama dónde hacerlo, además de cenar y asearse si lo desean.
También, con la instalación de comedores públicos y comunitarios donde se sirven comidas gratuitas o a un costo de sólo 10 pesos. Con la tramitación gratuita de actas de nacimiento, incorporándolos a centros educativos, tramitándoles certificados escolares o involucrándolos en talleres de capacitación. En los últimos años se ha avanzado mucho al respecto.
Allá por 1997 se decía que había 14 mil personas viviendo en calles de la ciudad. Muchas de las acciones del gobierno capitalino y de organizaciones de la sociedad civil lograron incorporar a la vida cotidiana a muchos miembros de estos núcleos poblacionales. Sin embargo la crisis y las actuales políticas económicas que mandan a la calle a la gente, que le quitan el empleo, le cierran las oportunidades escolares, que desintegran a las familias, todas prácticas del gobierno federal, pueden hacer que crezca de nuevo la población en calle. En el DF y en el resto del país.
Lo anterior revela que no es mediante la violencia y el uso de armas como se enmendarán los problemas de descomposición social. Al contrario, necesitamos políticas sociales, fortalecer el empleo y el ingreso de las personas, además de reconocer que todos ellos son sujetos de derechos. Por ahí es por donde se debe caminar. Como se hace en el Distrito Federal.
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