Sin duda el viaje de Evo Morales a la ciudad de México fue un acontecimiento pleno de significados. Quiso venir especialmente al DF, a visitar a sus autoridades. En el antiguo palacio del ayuntamiento recibió las llaves de la ciudad y habló de los obstáculos racistas que venció para ser presidente de Bolivia. Recordó a Benito Juárez y nos refrescó la memoria al mencionar que su nación fue la primera de América Latina que reconoció el gobierno de aquél tras la guerra en contra de los invasores franceses.
Al encomiar la grandeza de Juárez, sin proponérselo, dibujó en el imaginario colectivo un ejercicio histórico, sencillo pero significativo: 150 años después de que el indígena de Oaxaca llegara a la Presidencia de México, recibimos en el DF al primer indígena en ocupar idéntico cargo, pero en Bolivia.
Más tarde, Evo Morales visitó Coyoacán. Recibió el bastón de mando de grupos étnicos de nuestro país. Habló largo y tendido, fluido y coloquialmente, de temas de interés nacional e internacional. Recordó que hasta hace poco aún recibía calificativos discriminatorios de altas autoridades y grupos económicos poderosos. Justo en el año del bicentenario de la Independencia —lo conmemoran ambas naciones— remarcó el alejamiento del que hoy goza su patria respecto de otro imperio de nuestros días. Contó una historia “anecdótica” muy ilustrativa: hace poco, ni el presidente boliviano podía aterrizar en el aeropuerto de su país. Éste era controlado por el embajador de EU.
Informó a los presentes que, en un gesto soberano, nacionalizó los hidrocarburos, especialmente la renta petrolera. Que en un breve lapso su gobierno tendrá por primera vez en su historia un superávit fiscal. Con esos recursos, confió, inició cuatro programas sociales: uno para los niños de escuelas públicas, otro dedicado a los indígenas, uno más para las mujeres y el último, para los adultos mayores. Allá le llama “la renta dignidad”.
La aprobación a la gestión de Evo Morales ya se plasmó en las urnas. La primera vez llegó al gobierno con más de 50% de los votos. A su reelección, ¡con 63%! Como atento escucha recordé que en 2007, en un momento muy crítico para Bolivia, cuando la agresiva oposición de derecha demandaba la destitución de Evo, el GDF le tendió un puente diplomático e invitó al embajador de Bolivia, Jorge Mancilla, a un evento presidido por el propio Marcelo Ebrard donde se ponderó que mientras aquí existía la pensión universal para el adulto mayor, en Bolivia se iniciaba con la renta dignidad. Un paralelismo sintomático; dos programas sociales hermanos, en dos gobiernos de izquierda en América Latina.
También por esos días, el GDF firmó con el embajador de aquel país hermano la primera carta de intercambio en materia de desarrollo social.
Antes de partir, Evo Morales dejó latente un mensaje: que México “pronto se liberará”. Que así sea.
*Lee este texto en El Universal Gráfico
No hay comentarios:
Publicar un comentario