México tiene el nada honroso primer lugar en obesidad infantil y la diabetes es la principal enfermedad crónico-degenerativa que mata a miles cada año en nuestro país. Mucho de ello está asociado con el consumo de alimentos chatarra, por lo que casi es nacional el consenso para erradicar este tipo de comida de las escuelas.
Estas dos razones llevarían a cualquier nación, no sólo a prender los focos rojos sino a tomar verdaderas medidas emergentes en favor de la niñez. Desafortunadamente, ayer nos desayunamos con la lista de la Secretaría de Salud federal que dice cuáles son los alimentos que sí pueden venderse en las escuelas. Hay ejemplos absurdos. Los niños ya no podrán comprar una bolsita con cuatro donas, sino cuatro bolsitas con una dona cada una.
Dicho de otra forma, el gobierno federal autoriza alimentos chatarra pero al menudeo. Ello, porque avala la venta de bebidas con azúcares superultrarrefinados, panecillos y pastelillos, entre otros. Además, el retiro de algunos productos se anuncia este año, pero entra en vigor hasta el próximo.
Si los alimentos chatarra son tan dañinos para la salud, no se entiende esta decisión. No se vale decir “hay que combatir los alimentos chatarra” pero proteger a las empresas que los producen. Al hacerlo, el gobierno federal pone por encima el interés de estos poderosísimos negocios al interés de las y los niños. Eso es absolutamente inadmisible.
La Ley de los Derechos de las Niñas y los Niños en el DF señala que frente a un conflicto de intereses existe un interés jurídico superior: el de la niñez. Es el más grande que puede haber. Así, en las decisiones de gobierno lo primero a hacer es ponderar el interés superior, lo que no ocurre en el caso que nos ocupa. Al contrario, se protege la bonanza económica de las grandes corporaciones a costa de la salud de todos.
Como el gobierno federal no hace bien su tarea, la Secretaría de Desarrollo Social capitalina inició una cruzada para sustituir los alimentos chatarra de las escuelas con alimentos saludables tradicionales y a bajo costo, elaborados por productores de diferentes delegaciones políticas.
En este propósito se trabaja ya con 4 mil 800 asociaciones de padres de familia y responsables de las cooperativas escolares. La idea es fortalecer el consumo de cereales, semillas, frutas cristalizadas, miel, dulces típicos, jugos orgánicos, palanquetas de amaranto y cacahuate, palomitas de maíz y galletas con cereales integrales, en lugar de alimentos chatarra.
No nos vamos a cansar en insistir en que tenemos que tomar esta ruta porque, si tenemos ahora graves problemas de obesidad y diabetes entre la población, imaginemos lo que espera a próximas generaciones si no se hace nada al respecto. Sería terrible.
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